La cirugía del nervio periférico (que conecta el sistema central con el resto del cuerpo) ha sufrido una verdadera revolución gracias a estos injertos que reparan una lesión o defecto en una zona dañada.
La cirugía del nervio periférico (que conecta el sistema central con el resto del cuerpo) ha sufrido una verdadera revolución gracias a los injertos nerviosos obtenidos de donante cadáver, que suponen un gran adelanto en manos de especialistas en microcirugía. Los aloinjertos son injertos nerviosos obtenidos de este tipo de donantes, que después de una meticulosa preparación en laboratorio, pueden ser utilizados en pacientes.
Sin embargo, estos injertos pueden estar restringidos debido a su elevado coste. Además, desde el banco de tejidos se exige una capacitación para poder manipularlos ya que se precisa de un cirujano especialista, no solo con formación teórica, sino con experiencia previa en la técnica microquirúrgica que se adquiere en una primera etapa mediante entrenamiento en animal de laboratorio y posteriormente con la práctica quirúrgica en humanos.
El equipo del Instituto de Traumatología Avanzada y Microcirugía (ITAM) de HLA Clínica Montpellier, liderado por los doctores Noemí Lambán y Eduardo Blanco, posee esta acreditación y el diploma español que otorga la Sociedad Española de Cirugía de Mano (SECMA).
La microcirugía es una técnica que permite tratar estructuras muy pequeñas como un nervio o una arteria de un milímetro de calibre, gracias a un microscopio o unas gafas lupas quirúrgicas. “Podemos aplicar la microcirugía a cualquier tejido minúsculo que lo requiera, por lo que las posibilidades de tratamiento se multiplican. Donde más se usa es en cirugía de mano, nervio y reconstrucción de piel y otros tejidos dañados, pero también en oftalmología, cirugía maxilofacial, otorrinolaringología, etc.”, explica el doctor Blanco.
Un injerto nervioso es un fragmento de tejido (donante), que puede ser del propio paciente o de un donante cadáver y que se implanta en otro lugar anatómico para reparar una lesión o defecto en una zona dañada (receptora). “Los injertos nerviosos autólogos (del propio paciente) son como un empalme en un cable eléctrico; son nervios que no son esenciales con los que cubrimos defectos de otros nervios importantes, por ejemplo, un nervio cutáneo del talón sirve para reparar el nervio mediano que da sensibilidad a la palma de la mano. Desde hace pocos años tenemos la suerte de contar con injertos nerviosos de banco de donante cadáver (heterólogos), cuya obtención es más compleja y cara que en el caso de otro tipo de tejido como pueden ser los injertos óseos o tendinosos”, apunta el especialista.